La Adicción: Una Lucha Interna y un Grito de Dolor
La mayoría de la gente piensa que las personas que sufren adicción consumen para pasarlo bien, por placer, o incluso porque son viciosas o malas personas. Pero, ¿alguna vez te has parado a pensar cómo se sienten?
No consumen necesariamente para pasarlo bien, sino que lo hacen para no pasarlo mal, para aliviar el sufrimiento y el dolor que les causa la propia enfermedad. El dolor de una persona en esta situación es muy profundo y complejo: es la lucha interna de aquel que dejó de creer en todo, un conflicto entre su cerebro y su cuerpo. Una parte le dice qué es lo que está bien para su autocuidado, y por otro lado, la enfermedad le exige consumir como única vía para calmar el dolor y las penas, robándole el libre albedrío y la capacidad de control sobre su propia vida.
La adicción es, irónicamente, un mecanismo de afrontamiento disfuncional, la única 'solución' que su mente enferma les ofrece para manejar emociones inmanejables o traumas no resueltos.
Las personas que luchan contra la adicción sienten una terrible soledad. Viven ocultando su enfermedad, cargando sus penas y sus dolores solas y en silencio. La enfermedad consume la identidad, dejando a la persona sintiéndose como un extraño en su propio cuerpo. Este aislamiento las enferma y las lleva a buscar una vía de escape.
La ansiedad que genera ser dependiente a una sustancia no deja su mente tranquila. Incluso, a veces, la adicción provoca o se asocia a trastornos mentales o patologías psíquicas subyacentes que complican el panorama.
El autoengaño es una lucha diaria entre el conocimiento de lo que se debe hacer y los mensajes distorsionados que el cerebro demanda. El cuerpo de la persona que sufre la enfermedad también enferma. El dolor físico de la abstinencia, los dolores de cabeza, el dolor de huesos, de estómago, la sudoración, las palpitaciones... ¿Aún crees que consumen por gusto?
A ti, que tienes la enfermedad de la adicción, sé que estás desgastado emocionalmente, que pasas constantemente de la culpa a la vergüenza. Te sientes culpable por tus decisiones y te avergüenzas por ellas, porque en el fondo sabes que no estás sufriendo solo tú, sino que tu familia también lo está haciendo. Entiendo que tus acciones te crean un gran remordimiento y te sientes defraudado por las consecuencias de tus actos una vez más, contigo mismo y con los que te rodean. Tienes un vacío extremo en tu corazón, en tu mente, en tu alma, que no puedes llenar con nada: ni palabras, ni un abrazo, ni una mirada. Y, como siempre, tu enfermedad te hace recurrir al consumo para intentar saciar, aunque sea un poco, ese dolor.
Lo sé, te comprendo, pero también sé que hay salida... No temas a pedir ayuda
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