¿Y Si No Quiere Cambiar? Tu Papel como Pareja
¿Eres pareja de una persona con adicción? Cambia tú.
Si te encuentras en esta circunstancia y no actúas, es probable que acabéis destruidos los dos. Acabarás hundiéndote al intentar salvarle. Este es el error más común en el que caen las parejas de personas que sufren adicción. Y es un no rotundo: no puedes cambiarle con amor, paciencia o dedicación. No es cuestión de darle más oportunidades. Si lo haces, lo único que conseguirás es perderte dentro de su caos, sumergido en un bucle del que te costará salir tanto como a él o ella del consumo.
El Círculo Vicioso del Rescate
Pensemos: ¿qué necesidad tiene esta persona con adicción de dejar de consumir cuando sabe que no está sola? Evidentemente, ninguna. Hay techo, comida, ropa limpia, luz, agua... y, sobre todo, siempre hay alguien que lo sostiene y le resuelve; y normalmente ese alguien eres tú.
Empiezas a perderte: te olvidas de tus amigos, de tus objetivos, de tus hobbies, de todo lo que antes te gustaba hacer, de tu alegría, de tu felicidad. De repente, empiezas a enfermar a la misma velocidad que la persona con adicción. Acabas en una cárcel invisible donde se confunde el amor con el miedo y la culpa.
Tu Recuperación es Prioridad
Entonces, si la persona que sufre adicción no se quiere recuperar, ¿qué haces tú?
Lo primero es entender que no puedes obligarle a recuperarse, pero sí puedes recuperarte tú. Cuando decides sanar y fortalecerte, la dinámica familiar cambia. Dejas de rescatar, dejas de controlar, y eso —aunque no siempre se vea— ayuda a que la persona enferma, por fin, empiece a ver las consecuencias que trae su enfermedad y decida buscar ayuda.
No te engañes con el típico: "¿Y si no le ayudo yo, quién lo va a hacer?" o "¿Cómo crees que le puedes ayudar si tú también estás hundido/a?"
La recuperación empieza por quien está dispuesto a recuperarse. Si la persona enferma aún no quiere ayuda, que eso no sea una excusa para seguir atrapado/a tú también.
Busca ayuda profesional, pues cada caso es distinto, cada familia tiene su dinámica, su historia y unas necesidades diferentes. Busca orientación, aprende a poner límites y cuida de tu salud mental y emocional.
ESTO ES LO ÚNICO QUE VERDADERAMENTE ESTÁ EN TUS MANOS.
No te pierdas tratando de salvar a quien no quiere ser salvado. Por supuesto, cabe aclarar que todo esto no implica que necesariamente tengas que abandonar a tu pareja; se le puede acompañar de diversas maneras, pero siempre desde una mente cuidada, sana y lo más estable posible.
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