Proceso de Recuperación: Más Allá de Dejar de Consumir
¿Cómo es un proceso de recuperación?
Llevaba tiempo dándole vueltas a cómo enfocar este tema, pues me encuentro a diario con personas desinformadas o que van muy mal encaminadas. Estar en recuperación no es, para nada, solo dejar de consumir o abandonar determinadas conductas. Cuando escuchamos expresiones como «extoxicómano», «yo antes consumía», «tenía un problema con las drogas», «ya no hago esas cosas», etc., sabemos que algo falla en el proceso.
La verdadera diferencia se marca cuando se habla de enfermedad, de recuperación de por vida, de hábitos saludables y, sobre todo, de respeto por el tema que se está abordando. Estas claves son fundamentales para entender lo que sucede y si el tratamiento se está llevando a cabo de la forma correcta.
Aclarado esto, me gustaría explicar el proceso de recuperación para ver con claridad la diferencia entre dejar de consumir y estar recuperándose.
Primera Fase: Desintoxicación
Es una fase corta pero muy intensa, el llamado "mono". Aquí se corta el consumo, si es posible, de forma radical. La duración e intensidad varían con cada persona y cada caso concreto. Debe ser personalizado, pues en algunos casos se necesitará medicación y supervisión médica, con o sin ingreso hospitalario.
Hay muchos síntomas físicos destacables: palpitaciones, insomnio, náuseas, escalofríos... Los cambios emocionales también se disparan: euforia, rabia, estados depresivos... Sé que es duro, pero si no se supera esta fase, es imposible pasar a la siguiente. Esta es la fase de la impotencia, en la que tienes que alejarte del "amor de tu vida" sin saber cómo hacerlo ni qué pasará.
Segunda Fase: Deshabituación
¡Ojo aquí!
Esta fase es como enfrentarse a un muro de hormigón, pues se trata de desaprender todo lo que se hacía hasta ahora. Hay que tener especial cuidado con los adictos funcionales que, en su mayoría, no ven el problema, ya que su adicción les permite trabajar, hacerse cargo de la familia, salir, entrar, cumplir algunas obligaciones... Sin embargo, todo esto no es más que un estado que el cerebro ha creado para convencerles de que lo que hacen no está mal.
En esta fase es donde se cambian los hábitos, lo que implica desde planificar el día para evitar caer en el aburrimiento, hasta no descuidar las obligaciones por apetencia, ni posponer tareas asignadas, etcétera. La estructuración clara y precisa de todo nuestro día o semana es una herramienta muy útil para no caer en la trampa de los imprevistos y la procrastinación. Esta organización va desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, planificando la hora de levantarse y acostarse, la higiene personal, las comidas, el trabajo, las actividades físicas, etcétera.
Es súper importante trabajar la disciplina, la honestidad y, sobre todo, no cuestionarse por qué tienes que hacer todo lo que te dicen. Piensa que si por ti mismo supieras hacerlo de otra forma, no estarías leyendo esto.
Normalmente es en esta fase donde comienzan las terapias grupales e individuales y, sí, es la herramienta más efectiva de un tratamiento. Esta es la parte cognitivo-conductual.
La Parte Emocional
Cuando sabemos desenvolvernos de forma conductual, pasamos a la parte emocional, que es en la que tocamos las heridas. Es donde descubrimos por qué nos hemos hecho adictos, qué nos provocó ese dolor que tanto nos empeñamos en esconder.
Cuando estamos en esta etapa, es normal sentir todo aquello que estábamos queriendo evitar. Aquí es donde aplicamos todo lo aprendido anteriormente. Al tocar la herida, debes tener herramientas suficientes para canalizar todas esas emociones que antes no querías sentir en tu cuerpo. No es fácil ni agradable, pero ya estamos más cerca de saber canalizarlas y gestionarlas de manera eficiente, sin que esto suponga un riesgo de recaída.
Es muy importante que las personas que te rodean (tu pareja, tus padres, tus hijos) también acudan a terapia, pues todo el trabajo sería nulo si al volver a casa encuentras los mismos problemas y las mismas soluciones. Si hemos llegado hasta aquí, es el momento de soltar las culpas que no te corresponden, de empezar a quererte y priorizarte, y de soltar el control sobre lo que no te concierne.
Tercera Fase: Reinserción
Este es el momento de coger las riendas de tu vida con todo lo que has aprendido, abrazando lo que eres, lo que tienes y aceptando que es una enfermedad que te va a acompañar toda la vida. La reinserción tiene que ser progresiva, pactada con los profesionales que te han acompañado en el proceso.
Toca tomar decisiones importantes. Muchas personas descubren que su trabajo no les gusta, que realmente les hubiera gustado estudiar, o que su ilusión era vivir en otra parte del mundo... Y llega el momento de decidir cómo vas a presentarte de nuevo al mundo.
Ahora eres una persona nueva, libre para escoger, libre para hacer. Eres una persona fuerte, responsable y funcional de verdad. Has vuelto del mismo infierno y eso nunca lo debes olvidar. Ya no eres esclavo de nada que no quieras, y cuando eliges ser libre de la adicción, comienzas a vivir tu verdadera vida.
No te lo voy a endulzar ni adornar, pues todo lo que te he contado no es fácil ni es un proceso lineal. Muchas veces querrás abandonar, e incluso te querrán abandonar, pero si consigues llegar a la meta, todo ese dolor y sufrimiento habrá merecido la pena. Esto no quiere decir que tu vida vaya a ser de color de rosa desde ahora, pero sí tendrás otra forma de afrontarla y gestionar sanamente los inconvenientes que se te presenten.
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